martes, julio 26, 2005

Lago Chungará (musgo en roca)


Hermoso lago de 2.100 ha, altitud 4.570 m. Forma parte del Parque Nacional Lauca (Región de Tarapacá). Grande y de color verde esmeralda, está rodeado de cumbres nevadas: Parinacota, Sajama, Quisiquisini y, al sur, los Quimsachatas, con el volcán Guallatiri y sus fumarolas, pues es el único activo en la región. De gran belleza y activa vida animal en las riberas, sus aguas son frías, aunque es posible un baño rápido. En la Guardería Chungará de Conaf, un guardaparque describe el lugar. Cuenta con camping y alojamiento para 5 personas.

Dálmatas

jueves, julio 21, 2005

Lago LLanquihue


En superficie (860 km2 ) el lago Llanquihue ( lugar escondido, en idioma mapudungum ) de la Región de Los Lagos es el segundo lago más grande de Chile luego del lago General Carrera de la Región de Aisén. Ya en 1880 prácticamente todas sus riberas estaban parceladas. Antaño fue surcado por vapores que comunicaban los diversos asentamientos. Hoy hay caminos por todas sus orillas, gran parte de ellos pavimentados, y junto a las tradicionales viviendas aparecen también todo tipo de casas de veraneo, especialmente ubicadas para disfrutar los hermosos paisajes de la zona, donde destaca el volcán Osorno, que aquí se muestra cerca de Ensenada.

Esnerto


Esnerto , elperro mascota de Olafo el Vikingo.

martes, julio 19, 2005

Parque Nacional Conguillío


El Parque Nacional Conguillío está ubicado en la comuna de Curacautín, Región de la Araucanía, Chile, y en él se puede disfrutar de incomparables bellezas en sus 60.832 hectáreas de maravillosos contrastes naturales.

En su entorno virgen se puede deleitar con la diversidad del paisaje del sector, conformado principalmente por:
Paisajes agrestes producto de erupciones volcánicas.
Extensas zonas boscosas, donde predomina la majestuosidad de las araucarías ( araucaria araucana ).
La hermosura del agua cristalina de las vertientes, ríos, lagos y lagunas.
El imponente Volcán Llaima (3.125 msm) y el cordón montañoso Sierra Nevada (con hielos eternos).
Se encuentra además una variedad en flora y fauna que dejarán perplejo al visitante ante su maravillosidad.
Este parque, asi como muchos más en nuestro país, confirman que Chile tiene una NATURALEZA QUE CONMUEVE.
Si desea conocer más de este espectacular parque nacional visite http://www.conguillio.cl

viernes, julio 15, 2005

Chistes de perros

Un hombre entra en una oficina para ver a un cliente. No hay nadie, sólo un gran perro, que limpia los tachos de basura. El hombre clavo la vista en el perro, preguntándose si su imaginación no le jugaba una broma.El perro levanto la vista y dijo: no se sorprenda, esto es parte de mi trabajo.Increíble, murmuro el hombre, no puedo creerlo. Voy a decirle a su jefe sobre el magnifico animal que tiene, un perro que habla.No, no, suplico el perro. Por favor no lo haga. Si ese vago se entera que puedo hablar, me hará contestar los teléfonos.

Un caballero entra en una barbería, y espera mientras que el barbero termina con el cabello de otro cliente. Mientras espera, sus ojos caen sobre el perro del barbero.Su perro si que esta fascinado con el corte de cabello, dijo el hombre.El barbero: Oh, no es eso. De vez en cuando recibe un trozito de oreja.

El pequeño le cuenta a su mama a través del teléfono sobre los cachorros recién nacidos:Hay dos cachorros niños y tres cachorros niñas.Como lo sabes? Pregunto la mama.Papi los levanto y miro en la parte de abajo, creo que lo traen escrito allí.

jueves, julio 14, 2005

Villegas , el aleonado

Transcribo aquí un artículo sobre el “libro” escrito ( o garrapateado ) por el zopenco de F. Villegas. Dice asi :
“Una amiguita de aquéllas intentó hacerme un regalo la semana pasada. “Como eres un escéptico y te ríes de todo el mundo, te viene perfecto”. Y me deposita en las manos, sin anestesia, el último libro de Fernando Villegas, El Chile que no queremos. Pasando por alto el garrafal error de pensar que los irreverentes y los irónicos somos todos iguales –juicio que no tiene asidero alguno, claramente-, y sólo con el ánimo de poder decirle algo sobre su bienintencionado presente a mi ocasional acompañante en nuestra próxima cita, comencé a leer. Hay que reconocer que no tenía grandes expectativas en el texto, de entrada, y a juzgar por otros artículos que le he leído al sociólogo y opinólogo de Chilevisión. Pero no me esperaba el poco rigor de las apreciaciones que desparrama página tras página. No es que haya algo de malo en la subjetividad -¿qué es esta columna, sino subjetividad pura?-; el problema está en hacer creer que sus apreciaciones tienen validez nacional. Su libro toma el nombre de una conferencia hecha hace unos meses, “El Chile que queremos”. Esta presuntuosidad en el nombre lo indigna, porque el “nosotros” que supone no incluye más que a unos pocos. Y sin embargo él, Fernando Villegas, inventa otro “nosotros”, en el que piensa, estamos representados todos los demás. No es así. Sus ejercicios de nostalgia sobre el Chile de mediados del siglo XX, ése en el que “se almorzaba en casa y se dormía siesta” parecen el preludio de un discurso reaccionario. Tanto es así que el apartado –que tiene el revelador nombre de “El paraíso perdido” termina preguntándose en qué minuto se nos jodió Chile. Ese Chile plácido y lento que tanto “nos” gustaba. Ése mismo Chile en el que los avances médicos eran tan pobres que cualquiera se moría de una gripe, en el que la escolaridad rural era un lujo, en el que muchos cabros chicos andaban a pata pelada en pleno invierno, en el que había gente que vivía en hoyos –reales, no metafóricos- cavados entre los cerros de las afueras de Santiago. En ese Chile se enclava el paraíso perdido de Villegas. En el capítulo III, y bajo el encabezado “Pobreza dura”, el aleonado de la tele habla en contra del clasismo, haciendo sarcasmo con la solidaridad de las clases más ricas, retratando de modo bastante sensato lo que sucedía hasta hace poco entre los ricos y los pobres. Es en este punto en el que nuestro autor contestatario pluraliza nuevamente sobre un tema que probablemente concierne a una minoría. Dice, riéndose de la benevolencia de los adinerados, “en las fiestas patrias nuestro padre o tío, abuelo o marido, en fin, el patrón, repartía algunos pesos, empanadas, se tomaba unas copas de tintolio con los peones y todos éramos parte de una gran familia”. Aunque el comentario está hecho para festinar con la falsa caridad de estos “patrones”, Villegas asume que todos los lectores tuvimos un tío, padre, abuelo o marido perteneciente a la casta de los “patrones”. No, Fernando. No todo Chile, y sobre todo, no todos los que estamos excluidos de la elite tuvimos un “patrón” en la familia. Mucha de la gente que hoy te lee es hija de empleadas de casa, nieta de minero, descendiente de sastre, de peón de fundo, de vendedor ambulante. Mucha gente de la que hoy se interesa por tus visiones, que se informa, que no quiere ser excluida, no pertenece a ese plural en el que nos incluyes a todos. Incluso, haciendo gala de la siutiquería que expresamente criticas en tu propio libro, y que caracteriza a esas generaciones que tanta risa te causan, hablas de “la gente humilde”, en vez de los pobres. Sí, Fernando: página 103, antepenúltima línea. Por respeto a “nuestros” lectores no me detendré en cada uno de estos aspectos que extensamente critica el escritor. Por cierto, con ejercicios de falsa modestia cada cierto trecho. Cada cierta cantidad de páginas, y después de desparramar “mierda con ventilador” a diestra y siniestra, como diríamos en buen chileno, aprovecha de salpicarse un poco él mismo. Incluso asegura que él evalúa su propio trabajo como panelista de “Tolerancia Cero” como un “cero a la izquierda”. Es decir, nada. Si realmente pensara lo que escribe, no publicaría un libro que ha sido anunciado con bombos y platillos y no estaría en cada librería en foto de tamaño natural anunciando su obra. Si realmente piensa que no le importa a nadie, que no escriba. Yo, Artemio Lupín, jamás habría leído El Chile que no queremos si no me lo hubieran regalado. Pero lo leí, y debo sugerirle al autor que si quiere cosechar éxitos por la vía editorial, debe tener cuidado con no morderse la cola. “Tanto la izquierda como la derecha (. . .) se han creado sus respectivas historias a las cuales asocian sus propias nostalgias”. Debería repetírselo a sí mismo. No pretendo defender el país contra el que Villegas despotrica. Concedo que existe el individualismo, el consumismo, que los mismos apitutados de siempre ejercen el poder y que por momentos parece haber pocas salidas. Lo que me molesta es que, sin rigor alguno, sin más información que la que recuerda caprichosamente, de su cerebro al mundo, un sociólogo conocido se dedique a hacer dividendos con un pensamiento nada original y varios chistecitos groseros. Me molesta que los jóvenes sean tildados de imberbes o individualistas sin más, y que los pocos que optan por la acción a través de organizaciones, iglesias o universidades sean los carentes de sentido que buscan llenar vacíos a costa de cualquier espejismo. Me molesta que Villegas, desde su cómoda tribuna, asegure que los que no participan son unos desaprensivos y los que participan, unos engrupidos. No creo, como él, que los conservadores se puedan reducir a cartuchos y los liberales a un grupo de enfermos a los que les gusta “ventear la raja” (en sus palabras). Apenas un par de páginas, casi de compromiso, dan cuenta de una cierta esperanza. Esperanza no detallada, tan vaga como el resto del libro. Y, Fernando, un par de precisiones: La invención de la tradición, de Hobsbawm, que citas como tan demostrativo y original en sus tesis, tiene sus antecedentes en autores como Benedict Anderson y su espléndido trabajo Las comunidades imaginarias (1983) o Pierre Nola y sus Lugares de la memoria (1989). Por último, debo contarte que la expresión en latín es “ad nauseam” y no “ad nauseaum”. A mi amiga le diré que agradezco el regalo, pero que la próxima vez se abstenga. No sé si este tipo de literatura es la que “queremos”. Mi salud mental y yo.”

Niña mapuche


Vestimenta típica tradicional de niña mapuche de la Región de la Araucanía, con adornos de plata. Este tipo de indumentaria ha ido perdiendo uso entre los mapuches actuales , aunque todavía es posible verlas en Temuco y sus alrededores.

Encuesta CEP

La esperada encuesta del Centro de Estudios Públicos CEP, ligado a empresarios de la derecha, rompió con la idea de un empate técnico entre los candidatos derechistas, dejando en una holgada posición a la abanderada de la Concertación (47%) seguida del ex alcalde de Santiago con 21% de las preferencias y a continuación al representante de RN con un 14%.
Con Michelle Bachelet a la cabeza de las preferencias para convertirse en la futura presidenta (47%) seguida de Joaquín Lavín con 21% y Sebastián Piñera rezagado al tercer puesto con un 14% de las preferencias, los resultados de esta encuesta rompen con la tendencia del empate técnico.
El estudio, en todo caso, indica que ante la pregunta ¿quién cree que será el próximo Presidente de Chile? las cifras favorecen ostensiblemente a Bachelet con 63%, e instala un empate entre Lavín con 14% y Piñera con 12%.

miércoles, julio 13, 2005

La Rosita

La época de mi infancia, hasta los 13 o 14 años, creo que ha sido por lejos la etapa más feliz de mi vida, junto a mis 4 hermanos hombres, mis padres y, en los últimos años de esa época, con mis hermanas menores.

Junto a los muchos momentos felices también hubo momentos muy tristes, como lo sucedido con la Rosita. Era la hermana menor de nuestros amigos los Martínez, con quienes eramos vecinos, amigos y compañeros de juegos y de escuela. Tenía cortos años, 4 o 5 quizás.

No recuerdo el año en que ocurrieron estos hechos, pero debe haber sido cuando tenía 10 años mas o menos. Estabamos celebrando las Fiestas Patrias y como era habitual las fondas, o ramadas como se le llamaba en Villarrica, ciudad donde viviamos, estaban instaladas en una de las canchas del Estadio Municipal, ubicado frente a nuestra casa.

Era cerca de mediodía cuando llegó a casa uno de los Martínez a preguntar si la Rosita estaba en nuestra casa, a lo que contestamos negativamente. Desde temprano la estaban buscando por toda su casa y por el barrio y no la habían encontrado. Pensamos que quizás se habría ido a las ramadas por lo que salimos todos en su búsqueda.

Recorrimos todas las fondas detalladamente y seguimos después por el barrio, pero la Rosita no aparecía por ningún lado.

Finalmente volvimos acongojados a la casa Martínez a saber algo más. Seguía la incertidumbre allí y cundía la desesperación de sus padres y hermanos. En algún momento a alguien se le ocurrió la posibilidad que la Rosita se hubiese caido al pozo de agua que había en el patio de la casa. El padre y la madre se negaban a considerar esa posibilidad, quizás deseando insconcientemente no enfrentarse a esa fatalidad.

Sin embargo, algunas personas mayores se dirigieron al pozo, con todos los hermanos y amigos que alli estabamos detrás de ellos. Con una vara larga y un gancho metálico iniciaron el tanteo en el oscuro fondo del pozo, de 5 a 6 metros de profundidad.

A los pocos minutos detectaron algo en el fondo. No había duda, era el cuerpecito de la Rosita que había caido allí y nadie se percatado de ello. Se inició entonces el penoso proceso para sacarla.

Estabamos todos allí cuando la sacaron a la superficie, ya muerta. Sus padres y hermanos lloraban deseperadamente. Alguien intentó su reanimación pero ya había transcurrido mucho tiempo y la Rosita no volvió. La incredulidad nos embargaba a todos. Allí estaba la Rosita sin vida y nada podíamos hacer para remediarlo.

La tristeza nos embargó a todos en aquellas aciagas Fiestas Patrias. Ya no había nada que celebrar. Sólo quedaba acompañar a los Martínez en su infinita tristeza.

Al dia siguiente por la tarde se efectuaron los funerales. En la vieja camioneta Ford T de mi padre, con él al volante, y con los Martínez, nosotros, los amigos del barrio y muchos vecinos en una columna a pie llevamos a la Rosita en una pequeña caja blanca a su última morada, al otro lado de la ciudad.

A menudo recuerdo aquellos hechos. Aún recuerdo a la Rosita, aquel angelito del barrio que se fue apenas asomando a la vida. Donde quiera que esté, ha sido testigo de algunas lágrimas que siempre derramo cuando la recuerdo.